Esta campaña, protagonizada por Cecilia Yañez, Noelia Campo, Roxana Blanco y Gloria Demassi, buscó homenajear a cuatro mujeres emblemáticas de la poesía y cultura uruguaya, estableciendo un diálogo entre las diferentes vocaciones y generaciones.
Yañez, con la modernista de la generación del 900, se encargó de representar a Delmira Agustini, y utilizó una llave como forma de transmitir la apertura a la novedad. Campo, con la telúrica de la generación del 25', tuvo el honor de representar a Juana De Ibarbourou a partir de un huevo, como forma de transmitir la potencialidad de la ternura. Blanco, con la trágica de la generación del 45', hizo resurgir la figura de Idea Vilariño a través de tijeras que simbolizaron la ruptura de lo superfluo. Y Demassi, con la druida de la generación de medio siglo, encarnó a Marosa Di Giorgio por medio de frutos que representaron la cosecha del deseo.
Además, y en cada caso, los títulos de los poemas fueron una suerte de viaje y sirvieron de recorrido para lograr la idea final de esta campaña. El intruso, en el caso de Delmira Agustini, La invitación, de Juana de Ibarbourou, Un huésped, de Idea Vilariño, y Me vino un deseo misterioso de ver fruta, de Marosa Di Giorgio. Todo estuvo pensado para producir simbolizaciones y narrativas en función de un todo: una semántica de fases, de recorridos personales afectivos, distintas expresiones y emociones contrastantes según cada poeta y actriz.
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